http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2000/mayo/29-mayo-2000/variedades/variedades2.html
El Nuevo Diario,Managua, Nicaragua
foto Lydia Zapata
la representación danzaria del Torovenado. El toro era un símbolo de fuerza para los españoles y el venado era un símbolo mágico asociado con la deidad solar y con la luna señora del bosque.
Para los masayas estas versiones son el inicio particular de caracteres popular de una tradición heredada desde hace más de un siglo de generación en generación.
EL TOROVENADO EN EPOCA PRECOLOMBINA
El torovenado es una rebeldía contra los españoles de la época para ridiculizar a ciertos elementos de la sociedad. Es la unión de dos animales, el toro significa fuerza y el venado agilidad y destreza. Es una comparsa popular satírica, es una danza festiva, un verdadero mito de la región de Masaya. Es una versión tradicional donde los comparsas llevan a San Jerónimo al son de pitos y tambores, y defienden del tigre a María, hija del cacique. ¡JULE MARIA QUE TE COGE EL TIGRE!, gritaban.
El torovenado es una mezcla de lo precolombino con lo actual, que en Nicaragua nace con las fiestas de San Jerónimo por Don Pedro Castillo. Esta mezcla que hoy conocemos es el ritmo de una danza precolonial junto con las danzas que trajeron los españoles conocidas como: "INFARINOTO"'o el "TAPAZO", pero que en sí es la dualidad náhuatl en la creencia religiosa, es decir que se presenta a la mujer que simboliza la fuerza reproductora y al hombre que es la fuerza del engendro "testlastipocalt".
El enemigo le representa un tigre y los demás personajes que aparecen son representados por animales. En esta danza el hombre sujeta a la mujer de la cintura y la nuca sacudiéndola varias veces imitando al tigre que lo hace para quebrar las vías respiratorias. Los españoles al observar la danza y desconocer su significado le atribuyeron un sentido vulgar y sexual entre dos animales llamándolos "TORO EN VENADO".
EL TOROVENADO EN LA EPOCA ACTUAL
La revista Panorama Folclórico Masayés, del Sr. Avelino Escorcia, narra que El Torovenado nació en Masaya como un girón de fe, que luego fue devoción en las festividades de las procesiones de San Jerónimo.
Señala un dato curioso y original donde expresa que en hatos ganaderos situados sobre el camino real que conduce de la ciudad de Masaya, hacia la Villa de Tipitapa, en sitios conocidos como Los Altos y Guanacastillo, lugares montañosos y de ubérrima vegetación de rastrojos y pastizales, el ganado era abundante pero muy perseguido por animales de la fauna como los tigres, los que hacían estragos en los rodeos ganaderos de las haciendas devorando ganado.
Un día el dueño del hato mandó hasta con puntales de acero, el toro más toro, capaz de atrapar al tigre entre sus aguzados pitones. Le hizo una formal promesa al patrono espiritual de Masaya, al teólogo Dr. San Jerónimo, de llegar hasta la ciudad en romería acompañado de toda la peonada de su hacienda, una vez que el tigre feroz, devorador de pasivas vacas y terneros fuera muerto por el toro. El evento se operó exitosamente y el felino dio su último suspiro atravesado por los cuernos del empitonado.
Ese día hubo regocijo en la hacienda, el animal fue pelado y su cuero secado al sol. Hubo alegría entre patrón y empleados, campistos, enrejadores, ordeñadores y demás peones que junto a cocineras y servicios del lugar hicieron animada fiesta, tragándose unas cuantas botellas de sabrosos vinos.
Foto de Lydia Zapata
Alegraron la estancia un terceto de violines de talalate, un quijongo, un áspero juco y dos guitarrillas ejecutando música de tierra adentro, donde el campesino bailó, bebió y comió haciéndose la promesa de concurrir la colectividad a la próxima procesión de San Jerónimo y bailarle a lo largo de su recorrido por la ciudad.
Llegada la fecha comenzaron los preparativos de la numerosa comitiva que irán acompañados de otros campesinos, vecinos del lugar. El próspero hacendado disfrazó a sus trabajadores con variada ropa vieja de su propiedad. La mayoría vestían trajes enteros mal aliñados, de colores negruzcos y pardos. Otros lucían con humor y gracia enaguas de mujer, blusas descoloridas, sombreros viejos y otros disfraces para llevar la picardía y la sal del momento. La mayoría llevaba el rostro cubierto con máscaras de expresiones en su remedo de rostros foráneos.
Eran las últimas hora del amanecer del día 30 de septiembre cuando la comitiva salió rumbo a Masaya. A lo largo del camino cortaban ramas de guanacaste y malinche y otras flores de la compañía florecida que encontraban por los cercados vecinos, portándolas en alto con las cuales iban bailando, dándole el desfile un colorido ameno y jocoso y así desfilaron a lo largo de la procesión.
El peón de la hacienda que recorría vestido de tigre, junto a otro que hacía de toro, formaban la pareja de bestias rivales que iban escenificando una empeñada lucha a muerte durante su recorrido, como hubo en aquella hacienda. Unas veces el toro lanzaba feroces cornadas al tigre, otras tirándolas ásperas manotadas al toro que escurría su pesado cuerpo como un venado y así engrosaron a la procesión dando algarabía, sonando sus pitos y el ronco sonar del juco; alternaban los acompañantes repitiendo en coro este jocoso estribillo "UUUY TORITO QUE TE CAZA EL TIGRE", mientras que el felino iba manteando el cuero por los escurridizos ijares del toro.
Foto Ariana Selva
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