lunes, 27 de abril de 2009



Foto Lydia Zapata

domingo, 26 de abril de 2009

Origen del Torovenado
http://archivo.elnuevodiario.com.ni/2000/mayo/29-mayo-2000/variedades/variedades2.html


El Nuevo Diario,Managua, Nicaragua

Con el paso de los años, muchos pobladores indígenas de Masaya han afirmado que esta tradición folclórica preservada desde hace tiempo se originó en el propio suelo masayés, pues recordemos que Masaya deriva se nombre del idioma mejicano formado por las palabreas "MAZALT" que significa venado y la partícula "YAN" que denota lugar. Es decir, lugar de los venados. Por consiguiente El Torovenado es una danza festiva popular, un verdadero areito de estas tierras.
Otra investigación realizada por S. Montenegro afirma que, según recopilaciones orales entre la población de Masaya, los entrevistados coincidían en afirmar que en los primeros años del mestizaje cuando se celebraban las fiestas de San Jerónimo, se hacía con un toro y un venado como símbolos de la lucha entre dos poderes -el sol y la luna- y luego con máscaras de toro y de venado, de donde devendría

foto Lydia Zapata

la representación danzaria del Torovenado. El toro era un símbolo de fuerza para los españoles y el venado era un símbolo mágico asociado con la deidad solar y con la luna señora del bosque.

Para los masayas estas versiones son el inicio particular de caracteres popular de una tradición heredada desde hace más de un siglo de generación en generación.

EL TOROVENADO EN EPOCA PRECOLOMBINA

El torovenado es una rebeldía contra los españoles de la época para ridiculizar a ciertos elementos de la sociedad. Es la unión de dos animales, el toro significa fuerza y el venado agilidad y destreza. Es una comparsa popular satírica, es una danza festiva, un verdadero mito de la región de Masaya. Es una versión tradicional donde los comparsas llevan a San Jerónimo al son de pitos y tambores, y defienden del tigre a María, hija del cacique. ¡JULE MARIA QUE TE COGE EL TIGRE!, gritaban.

El torovenado es una mezcla de lo precolombino con lo actual, que en Nicaragua nace con las fiestas de San Jerónimo por Don Pedro Castillo. Esta mezcla que hoy conocemos es el ritmo de una danza precolonial junto con las danzas que trajeron los españoles conocidas como: "INFARINOTO"'o el "TAPAZO", pero que en sí es la dualidad náhuatl en la creencia religiosa, es decir que se presenta a la mujer que simboliza la fuerza reproductora y al hombre que es la fuerza del engendro "testlastipocalt".

El enemigo le representa un tigre y los demás personajes que aparecen son representados por animales. En esta danza el hombre sujeta a la mujer de la cintura y la nuca sacudiéndola varias veces imitando al tigre que lo hace para quebrar las vías respiratorias. Los españoles al observar la danza y desconocer su significado le atribuyeron un sentido vulgar y sexual entre dos animales llamándolos "TORO EN VENADO".

EL TOROVENADO EN LA EPOCA ACTUAL

La revista Panorama Folclórico Masayés, del Sr. Avelino Escorcia, narra que El Torovenado nació en Masaya como un girón de fe, que luego fue devoción en las festividades de las procesiones de San Jerónimo.

Señala un dato curioso y original donde expresa que en hatos ganaderos situados sobre el camino real que conduce de la ciudad de Masaya, hacia la Villa de Tipitapa, en sitios conocidos como Los Altos y Guanacastillo, lugares montañosos y de ubérrima vegetación de rastrojos y pastizales, el ganado era abundante pero muy perseguido por animales de la fauna como los tigres, los que hacían estragos en los rodeos ganaderos de las haciendas devorando ganado.

Un día el dueño del hato mandó hasta con puntales de acero, el toro más toro, capaz de atrapar al tigre entre sus aguzados pitones. Le hizo una formal promesa al patrono espiritual de Masaya, al teólogo Dr. San Jerónimo, de llegar hasta la ciudad en romería acompañado de toda la peonada de su hacienda, una vez que el tigre feroz, devorador de pasivas vacas y terneros fuera muerto por el toro. El evento se operó exitosamente y el felino dio su último suspiro atravesado por los cuernos del empitonado.


Ese día hubo regocijo en la hacienda, el animal fue pelado y su cuero secado al sol. Hubo alegría entre patrón y empleados, campistos, enrejadores, ordeñadores y demás peones que junto a cocineras y servicios del lugar hicieron animada fiesta, tragándose unas cuantas botellas de sabrosos vinos.

Foto de Lydia Zapata

Alegraron la estancia un terceto de violines de talalate, un quijongo, un áspero juco y dos guitarrillas ejecutando música de tierra adentro, donde el campesino bailó, bebió y comió haciéndose la promesa de concurrir la colectividad a la próxima procesión de San Jerónimo y bailarle a lo largo de su recorrido por la ciudad.

Llegada la fecha comenzaron los preparativos de la numerosa comitiva que irán acompañados de otros campesinos, vecinos del lugar. El próspero hacendado disfrazó a sus trabajadores con variada ropa vieja de su propiedad. La mayoría vestían trajes enteros mal aliñados, de colores negruzcos y pardos. Otros lucían con humor y gracia enaguas de mujer, blusas descoloridas, sombreros viejos y otros disfraces para llevar la picardía y la sal del momento. La mayoría llevaba el rostro cubierto con máscaras de expresiones en su remedo de rostros foráneos.

Eran las últimas hora del amanecer del día 30 de septiembre cuando la comitiva salió rumbo a Masaya. A lo largo del camino cortaban ramas de guanacaste y malinche y otras flores de la compañía florecida que encontraban por los cercados vecinos, portándolas en alto con las cuales iban bailando, dándole el desfile un colorido ameno y jocoso y así desfilaron a lo largo de la procesión.

El peón de la hacienda que recorría vestido de tigre, junto a otro que hacía de toro, formaban la pareja de bestias rivales que iban escenificando una empeñada lucha a muerte durante su recorrido, como hubo en aquella hacienda. Unas veces el toro lanzaba feroces cornadas al tigre, otras tirándolas ásperas manotadas al toro que escurría su pesado cuerpo como un venado y así engrosaron a la procesión dando algarabía, sonando sus pitos y el ronco sonar del juco; alternaban los acompañantes repitiendo en coro este jocoso estribillo "UUUY TORITO QUE TE CAZA EL TIGRE", mientras que el felino iba manteando el cuero por los escurridizos ijares del toro.

Foto Ariana Selva

ROSA AMANDA PADILLA FLORES UNICA, Carné # 99619897

¡Adelante Caminante que la Puerta está Abierta!

¡Adelante Caminante que la Puerta está Abierta!

Los nicaragüenses nos caracterizamos por la humildad, sinceridad y generosidad pero, sobretodo, por la picardía y buen humor en nuestra habla.

¿Quién no ha escuchado alguna vez un refrán? Podría decir que nadie, en los hogares nicas, siempre hay uno para cada situación. Estos forman parte del crecimiento y educación de los pinoleros.

¿Vos crees que la vida es moronga y el porvenir chorizo?, seguramente ya habrán escuchado esto, claro, las abuelitas lo mencionan cada vez que quieren recordarnos lo difícil que es la vida y alcanzar las metas sino, “¡aténganse al santo y no le recen!” Si creen que las cosas en la vida se ganan sin esfuerzo.

Porque “conozco el sebo de mi ganado” les digo lo divertido que es crecer en un hogar donde, además de disfrutar del buen sabor de nuestra comida nicaragüense, podemos deleitarnos escuchando refranes.

En Nicaragua, la gente es trabajadora, siempre “echándole chicha al cumbo” ante cualquier adversidad, para después no “ver lo que es cajeta”.

Pero, eso si, hay que tener cuidado porque, muchas veces no medimos las consecuencias de nuestras acciones, y “¡por ponerle Juana Ramos le pusimos la cagamos!”.

Pues bien, al igual que, para cada región o departamento hay un plato o baile típico, para cada momento hay un dicho porque, “¡sacristán que vende cera y no tiene colmenar o la saca del oído o la saca del altar!”.

Recuerden en esta vida, no hay que andar “como mula sin mecate” sino, después “el muerto al hoyo y el vivo al boyo”, y aquí acabo todo, “te fuiste tiste, y ni adiós dijiste”.

Masaya lugar de encantos historia y tradiciones




Proveniente de la palabra Mazatlán, derivado del idioma náhualt; que significa venado y la particular “Yan” que denota lugar, es decir, lugar donde habitan los venados.


Masaya es la máxima expresión del nicaragüense mestizo en toda su idiosincrasia folklórica, su gloriosa fiesta del santo patrono San Jerónimo y las deslumbrantes marimbas hacen de la ciudad un lugar encantador.


La Capital del Folklore


Es considerada en Nicaragua la cuna del folklor nacional. Esto se debe mucho a sus raíces culturales, los platos típicos, bailes, adagios castellanos con su legítima integración, sus historiadores sabios, alegres, pintorescos y su compleja tradición mantiene en esta bella ciudad la esencia de ser nicaragüense.


Masaya también se caracteriza por sus diversas comidas, el vigorón, baho, provenientes de sus raíces indígenas.


La ciudad de las flores se fundó en 1920, no había luz eléctrica, las calles eran de tierra, existía la calle de las Diligencias. En ese camino empedrado se llevaba a cabo el “Tope”, una tradición montada por un grupo de campistas y personas dedicadas a la agricultura, traían sus caballos con albardas y se reunían en la finca de Limón de ahí traían arriados a los toros hasta llegar al mercado viejo o de artesanías. Hoy por hoy el Tope se realiza los días 20 y 29 de septiembre, donde se recorren las principales calles, y la popular tradición es atraparlos.


El Santo Patrono


La primera imagen de San Jerónimo fue hecha de un retablo tallado en madera, con el marco de oro, se cree que el Santo Patrono se celebra desde hace tres siglos en Masaya. Las fiestas se debe en que hay un pueblo devoto que lo aclama por sus innumerables milagros.


En la celebración se realizan exposiciones de bailes al son de marimbas y guitarra frente a la iglesia que en gran medida reflejan el mestizaje y las costumbres de los habitantes, los trajes y accesorios utilizados son espejos vistosos del carisma de los Masaya.


El 9 de octubre de 1989 mediante el decreto de la ley 61 la ciudad de las flores fue considerada “patrimonio cultural”.


El 23 de octubre del 2000 la Asamblea Nacional de Nicaragua nombró a Masaya “Capital del Folklore”.

Otra Leyenda!!

Hemos escuchado una infinidad de leyendas nicaragüenses, desde la mocuana, hasta la cegua, desde inventadas, hasta las que muchos aseguran que son reales, pero estamos seguros que nunca habías escuchado la leyenda de Cotón Azul. Debes preguntarte ¿de dónde surgió esta leyenda? Bueno, escucha o sigue leyendo y te sorprenderás…

En cierto pueblo miskito ya olvidado, vivía un joven muy apuesto al que todos llamaban Cotón Azul, porque sólo usaba cotonas de ese color. Este joven aparte de amar las cotonas azules, amaba la poesía y la música también.

Un día, mientras paseaba en la montaña, observó una bella guitarra colgando de la rama alta de un ceibo precioso. Lo primero que se le ocurrió fue ir y descolgar la guitarra, pero tuvo miedo que esa guitarra perteneciera a algún espíritu malo y mejor salió corriendo.

Al día siguiente volvió a pasar por ese mismo lugar para ver si la guitarra todavía estaba allí y en efecto así fue, esta vez también decidió huir. Pero el sitio y la guitarra tenían una atracción increíble y algo lo llevó a ir por tercera vez al lugar y como la tercera es la vencida, tomó la guitarra y comenzó a ejecutarla.

Lo hacía tan bien que parecía que esa guitarra le hubiese pertenecido siempre. Pronto su fama corrió por todo el pueblo. Durante ese tiempo el rey Albriska estaba muy triste: su hija había sido raptada por Ligua (un tritón). El rey lloraba mucho por ella, pues era su única hija. Pronto el hombre más sabio del pueblo llegó a ver al rey y le dijo que un joven apuesto, humilde, poeta y músico llamado Cotón Azul, podría salvar a su hija.

Inmediatamente mandó a llamarlo y Cotón Azul se presentó ante el rey. El rey le ordenó buscar a la princesa y que luego podría pedir la recompensa que quisiera. Cotón Azul mandó a pedir que le prestaran una barca para buscar a la princesa Laika en el río, los súbditos del rey iban con él y la buscaban por todos lados. Cuando estaba cerca el fin del río, Cotón Azul comenzó a tocar su guitarra y lentamente del río surgió Ligua con al princesa en sus brazos.

Cotón Azul no dejó de tocar su guitarra y los siervos se dispusieron a quitar a la princesa de los brazos de Ligua sin hacer mucho ruido, pues al parecer la música de la guitarra hacía que Ligua se quedara dormido.

Laika, la princesa, regresó al palacio y el rey recordó que debía cumplir la promesa que le hizo a Cotón Azul…el joven pidió casarse con la princesa y el rey, como buen miskito que era, cumplió. Cotón Azul fue el sucesor del rey, fue excelente con su pueblo. Con su humildad y espíritu de trabajo hizo la felicidad de su reinado.


¿Alguna vez has caminado solo, en calles lóbregas? A lo mejor regresas del trabajo, quizás de alguna fiesta que terminó a las 2 de la madrugada o simplemente de las andanzas con tus amigos. ¿En alguna parte de ese recorrido has sentido como si algo o alguien te siguieran? A lo mejor has acelerado el paso y te has puesto nervioso, caminas rápidamente, pero en cierta parte del camino decides darle la cara a tu miedo, te volteas y para sorpresa tuya…es sólo un perro, si, sólo un perro. Te ríes de ti mismo y continúas tu camino más relajado…después de esto creo que no podrás ignorar si eso te sucede otra vez.

El Cadejo, a como muchos lo llaman, se caracteriza por seguir a aquellos trasnochadores que caen rendidos ante los encantos de alguna mujer o ante la seducción de la ebriedad.

La leyenda explica que El Cadejo es un espíritu diabólico con forma de perro, un perro más negro que la noche con ojos que parecen incendiados, sus garras parecidas a garfios, sus patas muy grandes, sus piernas fuertes y su cuerpo entero se da más aire al de un lobo que al de un perro callejero.

“El circo había llegado al pueblo y este era su último día. La última función sería a las 9 de la noche, para algunas personas era muy noche, pero aún así parecía que el pueblo entero se había desbordado. A la entrada del circo vi muchas chicas bonitas, señoras con sus hijos, muchos amigos míos habían llegado a molestar y a pasar un buen rato. Lo que pagamos por la función valió la pena ¡aunque las dos horas pasaron muy rápido!

Al salir del local, parecía como si se tratara de un éxodo, era demasiada gente dirigiéndose a sus casas que me dio mucho miedo. Pronto me separé de la multitud y para llegar rápido a mi casa decidí tomar un atajo por un lugar solo, oscuro y boscoso. No me percaté del peligro que corría. Al entrar solo a esa zona, comencé a escuchar sonidos de fuertes pasos, traté de no asustarme y de no prestarle atención a los sonidos que estaba escuchando. Para ello empecé a tararear una vieja canción en voz alta. Nada de lo que hacía alejaba el miedo que tenía. Aceleré mis pasos y los otros comenzaron a acelerar también…así que eché a correr. En ningún momento volví a ver, pero escuché como si algo machucara las hojas del bosque con gran pesadez y corría tan rápido detrás de mí. La luna alumbró mi cara y mi sendero, aún así no me detuve ni un segundo. Pronto iba viendo como la zona boscosa estaba por terminar y por unos instantes me sentí a salvo, miré algunas casas del pueblo muy cerca.

Bajé el sendero como alma que se la lleva el diablo, literalmente, pero aquella bestia horrorosa seguía detrás de mí. Llegué con las completas al pueblo y miré como una casa vieja y casi desbaratada tenía paredes de tablas viejas y una puerta de zinc, que por cierto estaba medio abierta, allí aproveché para esconderme en ese mamarracho que me serviría al menos para recuperar el aliento. Al entrar, esperé a que pasara lo que siempre estuvo persiguiéndome, cuando por fin lo pude ver me quedé atónito: ¡era un perro! Pero no era un perro cualquiera, lo vi caminando lentamente por la acera, como si me buscara. Miré sus afiladas uñas y cómo rayaban la acera, vi su fuerte fisionomía y sabía que no era un perro común. Ese animal presintió que yo estaba cerca y su mirada se centró en el mamarracho donde estaba escondido ¡por fin vi sus ojos! Eran como dos hogueras, esa mirada penetrante nunca la olvidaré, era sencillamente demoníaca. Escuché un tremendo alboroto mientras ese animal pasaba por la cuadra, las gallinas de doña Chola parecían que estaban siendo ahorcadas. Vi como lentamente esa bestia negra se perdía en las tinieblas de aquella noche. Sin querer, me quedé dormido en aquella casa vieja, vencido por el cansancio y el susto. Allí me dio la mañana y me levanté cuando los primeros rayos del sol entraron por las rendijas de aquella casucha. Me prometí que nadie en el pueblo se daría cuenta de lo que me ocurrió aquella vez. Algunas veces escuché que a varios hombres les pasó lo mismo, pero mejor elegí quedarme callado. No volví a salir tan noche durante un largo tiempo, aquella fue una lección que ni mi madre me la hubiese dado mejor.